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La Regenta (2005)

La Regenta (2005)

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Genre
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3.96 of 5 Votes: 5
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ISBN
8497936620 (ISBN13: 9788497936620)
Language
English
Publisher
debolsillo

About book La Regenta (2005)

LocalizaciónVamos a interpretar el fragmento de la obra literaria llamada La Regenta. Es una obra narrativa escrita por Clarín en el realismo.El autor, Leopoldo Alas Clarín, fue un escritor espaňol y crítico literario muy popular. Fue un hombre abierto, liberal, anticlerical y republicano, por eso pertenece a la mentalidad progresista o liberal. Su primera obra – La Regenta – se considera como la obra cumbre. Es una novela representativa del naturalismo espaňol y del siglo XIX. En ella podemos ver que es un buen escritor de cuentos y nos enseňa nuevas técnicas narrativas. En la Regenta el narrador tiene carácter omnisciente, pero aparecen también diálogos, monólogos, estilo indirecto, estilo indirecto libre,...La obra fue publicada en 2 tomos, en 1884 y después en 1885. Así, pertenece al realismo, que es un movimiento artístico y literario durante la segunda mitad del siglo XIX. En Espaňa empezó con la Revolución Gloriosa en 1868, cuando Isabel II abdicó y no había tanta estabilidad. Se basa en reflejar la realidad cotidiana con toda sinceridad, es decir muestra la realidad como es. Los rasgos más importantes son el empirismo = observación de la realidad, pensamiento positivista, se forman nuevas ideologías, preferencia de la narrativa,... La “extensión” del realismo es el naturalismo que se caracteriza por materialismo, determinismo, juzga razones y causas, utiliza lenguaje vulgar; es como todo lo peor del realismo.La obra se llama La Regenta. Es una narración, porque habla sobre los hechos de personajes (protagonistas) y para eso utiliza verbos dinámicos, aunque la primera parte contiene mucha descripción. Nos cuenta una historia de la sociedad espaňola en la ciudad Vetusta. Está escrita en tercera persona, porque el narrador es omnisciente y por eso la obra presenta retrado de diversos puntos de vista. A través de esta novela realista autor critica la falsedad e hipocracía de la sociedad espaňola. El tema de la obra puede ser el adulterio burgués y la lucha entre el poder profano y el poder religioso. De nuestros estudios sabemos que son temas muy frecuentes en el realismo. Nuestro fragmento pertencece a segunda parte, concretamente al capítulo XXV. La historia es sobre Ana Ozores, mujer guapa de 20 aňos, que se casó con Victor Quintanar, un seňor mayor (40 aňos), pero tranquilo y no complicado. Él es el regente de la ciudad Vetusta, por eso todos a Ana la llaman regenta. La relación entre ellos no es de amantes, sino más como amor paternal. La obra empieza con primera confesión entre Ana y Fermín de Pas, ya que su confesor anterior fue viejo y cansado de Ana. Como la obra va desarrollando, el Magistral = Fermín de Pas empieza a tener sentimientos por Ana. Nuestro fragmento localizamos en el punto climático, cuando Ana descubrió esta atracción del Magistral. También Don Álvaro Mesía, “don Juan de Vetusta”, quería conseguir a Ana, aunque no estaba enamorado de ella. Al final don Álvaro logró lo que quería y se convierte en el amante de la regenta. Cuando Victor descubrió el adulterio de su esposa quiso matar a Mesía, pero no lo alcanzó y murió. Luego Don Álvaro abandonó Vetusta, Magistral rechazó a Ana y ella se queda sola.Análisis del contenidoNuestro fragmento se sitúa en el capítulo XXV. Es el diálogo entre Ana y Fermín después de la noche del baile, en la que se desmayó en los brazos de Mesía. Este pedazo de la obra continua con los monólogos interiores primero de Fermín y después de Ana. El tema del fragmento es el descubrimiento de verdaderos sentimientos del Magistral, es decir celos de Fermín.El texto podemos dividir según el contenido en 2 partes, que incluso corresponden con la forma física. La primera parte está compuesta por la línea 1 hasta 29 y es el diálogo real (físico) entre Fermín y Ana, en el que hablan sobre la noche del baile. Aquí vemos la acción del fragmento, porque se usa el estilo directo, que tenemos marcado físicamente siempre al principio de la oración. Aparecen preguntas, exclamaciones, las palabras que dicen directamente los personajes y están en primera persona, en presente. Podemos encontrar también estilo indirecto libre “¿Decirle al Magistral que ella estaba enamorada de Mesía? ... “ que ale contrario del estilo directo está en 3. persona, en pasado y marcado entre comillas.La segunda parte va desde 30 hasta el fin y son los monólogos interiores del Magistral y de Ana. El autor nos presenta lo que piensan no sólo por medio del narrador omnisciente, sino que utilice otra vez estilo indirecto libre: “No le seguían ni con los ojos ...”, “¡Aquel seňor canónigo ...!”,.. y estilo indirecto que demuestran las palabras: “Creyó que Ana...” (3. Persona, cambio de tiempos). Esta parte podemos dividir en 2 subpartes dependiendo de la perspectiva y además el autor lo muestra gráficamente con el sujeto al principio del monólogo. “El Magistral”, ”Ana”. Estos 2 monólogos suceden simultáneamente, pero podemos ver sus reacciones opuestas. Magistral es “móvil” – se mueve, y lo demuestran verbos de movimiento: “se sacudió, salió de, llegó, descargóun puňetato,...” . Al otro lado tentemos Ana, quieta, tranquila, inmóvil.En el fragmento actúan 2 personajes. El personaje pricnipal es Ana Ozores, una mujer honrada, inteligente, guapa, piadosa y todos la consideran perfecta. Sin embargo ella tiene vida infeliz - su mamá murió, cuando nació, no tiene hijos, porque su marido se comporta más como su padre. Durante la obra su carácter se desarrolla, porque tiene que superar varios obstáculos. En el fragmento ve los sentimientos del Magistral que la dejan sorprendida, “inmóvi”. Se da cuenta que Fermín tiene celos, ya no es su hermano del alma y este conocimiento le da asco: “Ana se estremeció como al contacto de un cuerpo viscoso y frío”. De “Ana dio un paso atrás” y después de las palabras de Fermín “¿a qué ese miedo?” podemos deducir que tenía miedo.Otro personaje es el confesor de Ana – Don Fermín de Pas o Magistral. Es muy poderoso dentro de la iglesia. Se enamoró de Ana (en nuestro fragmento: “Aquel seňor canónigo estaba enamorado de ella”) y en el fragmento vemos que siente envidia por Mesía. Está enfadado, porque utiliza muchas exclamaciones “¡Infame!, descargó un puňetazo de Hércules”, celoso: “ la suya, la de su alma, tenía celos, moría de celos, ... ocultaba pasiones, amor, celos, ira, ...” , pero al final entiende que no puede tenterla: “¡Y quedaba allá atrás, ya lejos, perdida para siempre.”En el texto se menciona Vetusta, la personificación del pueblo y actúa como gran juez: “Toda Vetusta se ríe de mí.” También hablan sobre Mesía, Quintanar y Fermín recuerda a Teresina “pálida y sonriente” .El tiempo externo e interno coinciden, ya que la obra fue estrenada en el siglo XIX – realismo y autor describe lo que conoce. La obra sucede asimismo en el realismo. El fragmento dura sólo un rato, porque es un diálogo rápido y expresivo y los monólogos son cortos.Hay marcador temporal “anoche” que indica sobre que hablan, el baile, y cuándo pasó. El espacio de la obra es Vetusta – ciudad simbólica – porque suele identificarse con Oviedo, la ciudad en la cual el autor vivió. Este fragmento ocurre en una casa de Vetusta. El marcador del espacio “aquella no era la capilla” nos dice que no se encuentran en la iglesia como podía parecer.El narrador es omnisciente. Es nuevo tipo del narrador que “surge” en el realismo. Conoce todo y además juzga personajes: “Este sofisma de hipócrita era en ella candoroso.” Es capaz de criticar y para eso utiliza las opiniones de otros. Está en 3. persona y utiliza pasado. Análisis de la expresiónLa Regenta es una narración, porque nos cuenta una historia de Ana Ozores y para eso utiliza los verbos de acción – verbos dinámicos. Sin embargo la primera parte está llena de descripciones, porque Ana hace una confesión general de toda su vida. Tiene trama y el autor describe lo que conoce, la realidad. Habla sobre un público burgués, aparecen personajes (o problemas) con los que podemos identificarse y no hay fantasía, la obra es realista (no real!), verosímil, de que podemos deducir que se trata de una novela realista o también un drama. Está escrita en prosa, en tercera persona y es una obra circular, porque empieza en el mismo lugar – la catedral – en octubre y termina igualmente en octubre. La obra tiene 2 partes, la primera, que dura sólo tres días, contiene capítulos I hasta XV y la segunda, que dura 3 aňos, XVI hasta XXX.Clarín utiliza el lenguaje realista, porque describe lo que está alrededor generalmente con objetividad. Algunas veces su tono es irónico o satírico, cuando quiere presentar sus propios pensamiento y de esta manera criticar por ejemplo la falsedad o juzgar personajes y burlarse de ellos como en la parte: “Este sofisma de hipócrita era en ella candoroso.” o “ Vetusta entera se ríe de mí.” que en este caso es también la personificación (Vetusta=habitantes de V.) Su estilo es natural y culto, porque utiliza las técnicas muy modernas. En el texto podemos encontar el estilo directo, en 1. persona en presente, que forma parte del diálogo; estilo indirecto, en el que se cambian los tiempos, de presente a pasado, la persona de primera a tercera y se usa “que”: “Creyó que Ana le seguiría,...” En el texto aparece varias veces estilo indirecto libre que podemos ver entre comillas, por ejemplo: “¿Decirle al magistral que ella estaba enamorada de Mesía?”,... Hay monólogos (de Magistral, de Ana) y de figuras retóricas podemos destacar las figuras léxicas o del contenido como la ironía “Este sofisma de hipócrita era en ella candoroso” que podemos ver como oxymoron (hipócrita – candoroso), comparación “se sacudió dentro de la sotana, como entre cadenas”. Metáforas sensoriales p.e.: “ Ana se estremeció como al contacto de un cuerpo viscoso y frío” y la exageración (hipérbole) “descargó un puňetazo de Hércules” son típicas del naturalismo. Los diálogos provocan sentimientos, ya que hay muchas preguntas = interrogaciones y exclamaciones.ConclusiónLa Regenta es la obra cumbre del Clarín y más representativa de la época del realismo con las características del naturalismo. En cuanto a la forma, Clarín nos muestra muchos tipos (incluso nuevos) de técnicas narrativas que hemos demostrado antes (estilo directo, indirecto, indirecto libre, narrador omnisciente). El texto constituye una escena clave para el desarrollo de la obra, que es el descubrimiento de los sentimientos del Magistral y vemos el carácter diferente/opuesto de los protagonistas en sus sentimientos, emociones, pensamientos. Todo parece muy realista, porque la obra posee gran verosimilitud y no hay dudas que Clarín es uno de los mejores prosistas espaňoles.

La Regenta… (¡madre mía!) es un “novelón” al menos por dos razones:1)tPorque nos encontramos ante una obra maestra que es cima de la literatura española del XIX. Me falta aún leer otra obra cumbre de ese siglo, el Fortunata y Jacinta de Galdós, para poder opinar si ambas obras podrían ostentar el podio de honor ex aequo.2)tPorque su extensión es más que respetable: unas mil páginas. 950 tenía la edición de Alianza que yo he manejado, repartidas entre un estudio introductorio de 50 (que debería haber seguido a la novela en lugar de introducirla, y que yo no acabé por considerar que contenía spoilers) y 900 páginas bastante apretadas (largos párrafos, letra no muy grande, estrechos márgenes). Fue publicada en dos tomos entre 1884 y 1885, y esa primera edición sumaba, entre ambos, 1119 páginas.Ante semejantes datos, da casi pudor escribir una reseña que esté a la altura, pero voy al menos a esbozar un intento.El nudo central es una tensión amorosa en un “triángulo cuadrado”: un matrimonio desigual entre un hombre viejo y una mujer joven en el que no hay sexo. Se basa éste en una relación de cariño paterno-filial. Y dos pretendientes que son, tal vez, los protagonistas de la historia: el clérigo más poderoso de la catedral y el don Juan de la ciudad. Ambos, como es lógico, se odian.Pero La Regenta es mucho más: es un minucioso fresco de la vida en una pequeña ciudad española de provincias en la segunda mitad del s. XIX. Cincuenta y cinco personajes he consignado yo en un recuento no exhaustivo que podría llegar a los sesenta o sesenta y cinco, sin contar con los que ni siquiera “tienen nombre” (la gobernadora, la baronesa, etc.). Obviamente, no todos gozan del mismo protagonismo. Algunos aparecen apenas en un único capítulo. Pero el elenco de secundarios no deja de ser extenso y, en algunos casos, son “secundarios importantes”. El capítulo 19, por ejemplo, está dedicado a un luso-descendiente entrañable, don Pompeyo Guimarán, aunque todo ese capítulo no sirve más que para acabar de nuevo poniendo de realce la tensión entre los “protagonistas principales”.Si el elenco es numeroso, para lectores de culturas alejadas de la española, como pueden ser los anglosajones, ese reparto llega a ser confuso, ya que cada personaje puede ser designado de varias maneras a lo largo de la obra. Un par de ejemplos: Doña Petronila Rianzares, aparte de por su nombre de pila, es designada como “el gran Constantino” o “el obispo-madre”. Y Visitación Olías de Cuervo, además de “Visitación”, puede ser llamada “Visita” o “la del Banco”. Nombres abreviados y nombres completos alternan con uno o varios motes. He elaborado una lista para los lectores que se desorienten. Está aquí: http://www.shelfari.com/books/2579147... .Aparte de personajes puntuales, hay un gran protagonista en la historia: la pequeña ciudad provinciana de “Vetusta”, trasposición literaria del Oviedo en que vivió el autor. Creo que su retrato es demoledor. Peso destacado tienen en él las clases pudientes, tanto los sectores anticlericales como la Iglesia, que se describe como falsa, corrupta y llena de envidias (los clerófobos tampoco quedan muy bien parados). Pero, además, algún que otro personaje humilde tiene un papel destacado, como es el caso de Petra, criada de la Regenta. En eso, y salvando las diferencias, me ha recordado al papel que tiene la criada en O Primo Basílio de Eça de Queirós. En esta última, se trata de una criada fea y amargada; en el de Clarín, bonita y que no duda en utilizar su cuerpo para obtener favores. Pero ambas, personajes perversos o peligrosos.¿Habría leído Clarín a Eça de Queirós, cuyo primo Basilio fue publicado apenas seis años antes? Me caben a mí dudas, porque no creo que hubiera una traducción española tan temprana; pero Clarín, desde luego, se muestra un autor informadísimo de la realidad de su tiempo (si no leyó a Queirós, de lo que no hay duda es de que estaría informado de su actividad). Las referencias a los avances científicos de la época son frecuentes, tanto en el plano teórico (las teorías evolutivas de Darwin, por ejemplo) como en el práctico (la mención a los experimentos de transfusión de sangre para salvar vidas: caramba, muchos tenían que ser eficaces, por chiripa, porque hay dos tipos sanguíneos que son donantes universales). También Clarín se hace eco de las ideas filosóficas de su tiempo: el Positivismo, por un lado, y el iberismo que abogaba por algún tipo de unión (aunque fuese espiritual) entre España y Portugal. Esa utopía, reelaborada por el catalán Sinibaldo de Mas hacia mediados de siglo, fue muy discutida y comentada tanto en Portugal como en España en la segunda mitad del XIX.Pintando un retrato tan sombrío de la Iglesia católica (integrada por un clero que rivaliza entre sí y antepone los intereses materiales y de carrera a los espirituales, muy dudosos), me sorprende que el Opus Dei no haya prohibido la lectura de La Regenta a sus seguidores. El contemporáneo portugués de Clarín sí ostenta tres de sus títulos en el nivel 6 (máxima condena) de libros prohibidos: El crimen del padre Amaro, El primo Basilio y La reliquia. Para los curiosos de esa lista condenatoria, aquí va el enlace: http://www.stagger.net/books/opus_dei... .Desde el punto de vista del lenguaje de Clarín, la obra se hace fluida y bien escrita. No creo que resulte muy complicada de entender para extranjeros con buen dominio de mi lengua, aunque tampoco resulta simplona. Un detalle me llama la atención: los casos de laísmo son flagrantes (la dije que…) y hay también algún caso de leísmo (a este hombre no sé quién me le ha cambiado). Sin embargo, la prosa de Clarín, particularidades aparte, tiene poco que envidiar al fluir cristalino de Cervantes. En otras ocasiones (bastante contadas, por cierto), Clarín recoge la forma de expresarse del pueblo humilde, como cuando el mozo de estación anuncia a quienes habían ido a despedirse: «Señores, la diligencia va a salir: ¡desapartarse!».En cuanto al ritmo narrativo, ha habido frecuentes momentos en que se me ha hecho lento, y tal vez más en la primera mitad de la obra. Pero no ha dejado de ser un placer la minuciosidad de las descripciones que me han trasladado de forma muy viva al siglo XIX. Y, hacia el final, la acción se precipita hacia un desenlace raudo. De ninguna manera nos encontramos ante una novela soporífera. Clarín, ocasionalmente, demuestra un divertido sentido del humor. Todavía recuerdo, en la primera parte, las descripciones de la “fauna humana” que frecuentaba el Casino. Había un buen señor que había sido comerciante en Inglaterra. Todas las noches, llegaba a la biblioteca, cogía el Fígaro y el Times, y desplegaba este último sobre la mesa. Tras una atenta mirada a la primera, comenzaba a cabecear y se quedaba irremediablemente dormido. Un día, no despertó. Cuando lo fueron a enterrar, comentó la gente los pequeños detalles que se sabían del señor, y alguien observó que el buen hombre nunca había sabido nada de inglés. Detalles como ese, que el autor narra con gracia e ironía, son frecuentes.Por último, me llama la atención que una obra de tanto calado haya tenido tan poca repercusión fuera de España. Se trata de un libro muy español, de acuerdo, pero el color local no siempre es un obstáculo para la internacionalización. Tolstoi y Dostoievski, por ejemplo, son muy rusos, pero eso no impide que se los cuente entre los grandes de la literatura universal. ¿Por qué Clarín ocupa una posición “más discreta”? Tengo mis sospechas. Intuyo que la traducción de la inglesa Penguin no haya sido muy afortunada, por muy prestigiosa que sea esa editorial. Para empezar, dejaron en la versión inglesa el título sin traducir, tal cual el título español. ¿No podrían haber traducido The Regent’s Wife? Da la impresión de que pretendieran echar atrás al lector anglosajón desde el principio mismo, no dándole un título que le sugiriese algo.Pues es una pena, porque una obra como esta merecería mayor divulgación.

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I found this a bit of a struggle because it is so long - over 700 pages - but I did enjoy it in the main. The main characters are all struggling to one extent or another to control their sexual urges, or at least not allow them to get them into trouble, but of course they do. I thought the three main men were very believable, Don Fermin, a priest who lusts after one of his parishioners, Don Victor, who is unable to satisfy his wife, and Don Álvaro, who is a regular Casanova all appeared to be struggling along well known male lines. I could sympathise with their dilemmas if not really like any of them. The women I found rather less plausible and appeared to have fairly male psyches as they too struggled with their sexuality. La Regenta or Ana goes through a series of phases as she tries to subliminate her physicality and I am not convonced that women have such violent swings but then perhaps a woman reader may have more insight on that than I. It did go on a bit and I felt it would have been better for reducing by at least a third. Good but a bit of a struggle.
—Philip Lane

I'm on a quest of reading as many books as possible encompassing Spanish/Latin American authors by the end of this summer, and this book happened to be on my list. I've actually read it in Spanish since I prefer not to read translated works (loss of meaning), and I was pleasantly surprised by its complexity and overall critique of the social schism in Oviedo. Although I'm not a fan of Clarín, I appreciate his linguistic lyricism and clever innuendos. I think that he’s done a great job at portraying the deceitfulness and corruption of various characters throughout the book.
—Dani

My summary, with links to several postsFrom one of my posts, Alas the Critic (part 3):The progressives would present objections, upholding the solidarity of the dogma and the priest, and then Don Pompeyo would have to take sides with the reactionaries, up to a certain point, and say, ‘Let us not confuse one thing with another, gentlemen, the very roots are diseased. The clergy is neither good nor evil, it is as it has to be.’ But on hearing this everybody would oppose him, some for defending the clergy and others for attacking the dogma. He was so right to say that he was utterly alone, that he was unique. From these arguments, which he sought and provoked every day, he affirmed that ‘his spirit—for want of a better word—emerged full of bitterness’ (which was untrue, as his guilty feelings made clear to him), full of bitterness because nobody ever thought in Vetusta, people merely vegetated. Plenty of intrigues, plenty of petty politicking, plenty of material interests (though not even these were properly understood)—but no philosophy, no elevation of the mind to ideal regions. There were one or two scholars, various canonists, a few jurists, but not a single thinker. There was not a thinker in town—apart from himself. (page 445) Vetusta the noble was scandalized, horrified. Behind looks of hypocritical compunction the worthy Vetustans concealed from each other the intimate pleasure which that great scandal, just like a novel, gave them, something to interrupt the eternal monotony of the sad city. Very few of them showed that they were pleased about what had happened. It was a scandal! Adultery, discovered! A duel! … A few hours after the catastrophe became known in town, Obdulia Fandiño swept out of her house wearing her largest hat and her most clinging skirt and her most rustling petticoats, to breathe the air of slander, to catch a whiff of scandal, to savour the after-taste of crime being passed from mouth to mouth like a bon-bon which everybody was licking, careful to hide the pleasure afforded by its sticky sweetness. (pages 706-707)La Regenta focuses on the provincial world Alas would have been familiar with in Oviedo. The previous post looked at the importance of literature in Vetustan life and Alas’ use of the arts to develop his characters. Alas spent a lot of time showing the poor cultural aspects of Vetusta, of which literature was only one piece. In this post I’ll touch on another aspect of the culture Alas focused on criticizing that I’ve mentioned several times, that of the desire of the upper classes to copy what they see happening in Madrid and foreign cultural centers in order to soften their small-town ways. The main focus of the post, though will look at the central criticism of the novel—his depiction of the moral corruption in the town.The novel opens with the canon theologian, Fermín de Pas, ascending the cathedral bell tower to survey Vetusta laid out below him, allowing the narrator to provide an overview of the city. As the novel unfolds Alas zooms in on character after character so the reader understands what de Pas was examining. Alas pokes fun at his characters’ provincialism and petty behavior, or rather he lets them demonstrate it. There’s almost too much satire at times, bordering on meanness and losing some of its effectiveness. Fortunately Alas offsets this by providing a rich internal life for his characters so that they are not just caricatures. The Vetustans beclown themselves in many different ways. They imitate what they see and hear in Madrid and Paris. Trying to pass as educated and worldly, their behavior is often rude and boorish. Anyone wanting to be taken seriously in regard to books criticizes authors they have never read. [As an aside, sometimes it’s clear they have read something but completely miss an unspoken point: the archdeacon obviously has Herodotus’ anecdote in mind when he tells “my good Catholic people, ‘inhabitants of the banks of the Nile, those blind heathens whose wisdom impious authors tell us to admire, adored leeks, garlic, onions.’” (page 258)]The frequent mispronunciation and misuse of words (especially Latin phrases) works its way into misquoting literature and mangling history. The Vetustans often demonstrate horribly bad taste, especially in their furnishings, which are often poor imitations of what they claim. They revere attending the theater but ignore what is happening on the stage. At the same time, they allow the theater building to fall into appalling disrepair. The Gentlemen’s Club, the organization and not the building, proves to be an empty shell to facilitate superficial camaraderie—there is nothing of substance inside. Oftentimes their provincialism overlaps with their moral corruption. I provided an extended quote in the previous post on the citizens’ use of Don Santos Barinaga’s declining health to attack the canon while doing nothing to help the ailing man.If not done well Alas, in his skewering of a city rife with moral corruption, could come across as a scold. With the upper classes, almost everything seems to be done for sex. The things reserved for scandal, though, are not the actual trysts but failure to follow the acceptable protocol. Discretion only goes so far—everyone finds out about conquests sooner or later. Those that comment on trysts speak more from envy than from principle. For the upper crust religion is simply another dress to put on when appropriate. Attending services, such as the Christmas Eve mass described, provides a crush of people so that persistent gropes and pinches can occur and enjoyed under acceptable cover.The clergy receives even more wrath from Alas’ pen. Most of the priests are petty tyrants, looking to protect and expand their influence. Their charges are good only for the gossip and secrets they provide. The canon Fermín de Pas turns out to be a very complex character, but the villagers’ charges of simony and vanity are well founded. He turns out to be ruthless in obtaining and wielding power, playing parishioners as pawns for his desires. Alas makes clear that it is the individuals at fault instead of the institution, though, taking pains to show some of the clergy (especially the bishop and Ripamilán) as truly interested in their mission.Vetusta’s provincialism and moral corruption at all levels come together as major components for the central story—the undermining of Ana’s virtue. With the aristocracy so focused on sex, they admire and reward conquests. The city’s Don Juan becomes a role model for the marquis’ son (and this is actively encouraged by his mother). Ana didn’t really stand a chance since so much of the city was aligned against her. Beautiful and sensitive, she never fit in the social circles of her husband. But then she never fit in from an early age. Her governess, frustrated at not seducing Ana’s father, focuses her anger on Ana and believes the worst about her. Ana’s aunts are more practical in their guidance but their marriage pairing leaves a lot to be desired. Many of the citizens watch Ana out of envy, hoping she falls to their level—Vetusta is a town that improves itself by bringing others down. Several of the characters take an active role to assist Mesía (the Don Juan) in his conquest. Some do it out of spite and envy, others to strike at the canon and weaken his influence. Since he was Ana’s confessor, her behavior is seen as an extension of his power. Fermín even sees her this way. One of the more confusing examples of helping undermine Ana’s virtue comes from a religious widow, Doña Petrolina Rianzares. Even though the widow coordinates many of the good works in the city, she also provides the rendezvous site for private meetings between Fermín and Ana—what does she think goes on in her parlor?Small wonder then, given such a perverse environment, that Ana falls. But I’m also interested in the regimen Fermín prescribed to her—it involves doing good works (involving people assisting her pursuer) and reading devotional material (that fails to inspire her long-term). Was his program wrong for Ana, insuring her failure? He recognizes her extraordinary soul, the depth of which has no equal in Vetusta. Yet his thirst for power never ceases and, even though he is one of the few people to appreciate Ana, he helps seal her doom. Among the many contrasts and echoes in the novel, their relationship (echoing the father/daughter feeling with her husband) feels one of the most unnatural. The Good Friday processional in which she participates drives her away from the church and closer to Mesía. At this point it’s only a question of time when Ana’s lack of fulfillment on so many levels will cause her to fall.
—Dwight

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